Madrid, el mulah Omar y el Bebé venían de visita desde Bilbo. Se vinieron en camión y fui a recogerlos a la central de autobuses que quedaba en Avenida de América. Cabe mencionar que el Bebé era la re-encarnación del Niño Bonito, aquel que se tiró a Sharon, un colombiano que confundió por colombiana en la fiesta de las vendimias de Neuchatel. Me lo recordaba ya que también era muy ligador. Era un niño bien, venía de una familia potentada, además de ser bonito era rico. Era el atípico mexicano, era werito, blanquito y de ojos azules. Le daba por raparse el coco, yo creo que para que evitar que se de le descubrieran los primeros síntomas de calvicie. Era bajito de estatura y medio chonchito, como dirían por ahí, estaba osito. El Bebé era muy jocoso, el hecho de venir de un seno familiar adinero le brindaba protección, lo que le hacía ser muy valemadrista respecto a todo.
Lo mejor del bebé era que se las daba de seductor, al igual que el niño bonito de Nuchatel que confundió a un colombiano por colombiana; según él, ninguna mujer podía resistir sus encantos, todas caían ante él, presas de su físico y su agradable personalidad. Pero, éstos ojitos que algún día se comerán los gusanos, nunca presenciaron semejante cosa, ni los del Mulah Omar, ni los del Molkas. Y es que el niño bonito trataba y trataba, pero sus tácticas no funcionaban en España, ni en ningún país europeo que pisaba. La presión era inminente, como lo chingábamos al pobre, pero es que para que se las daba de niño bonito? --- No sé que pasa weies... en México las viejas me perseguen, aquí nada de nada – será que hay muchos niños bonitos aquí wei – o será que nadamás le gustas a las najayotas mano --- Nunca me constó que las viejas andaban tras de él en México, tal como las moscas con el piloncillo, pero tenía una novia que ya tenía años con ella, una vez la conocí y... pues estaba equis... porque yo me imaginaba que el bebé tendría un viejororrón, una modelo, una artista o algo así, pero no, su vieja trabajaba en American Airlines y siempre le conseguía boletos baras baras de remate.
Escuché que el bebé había hecho una conquista después de ya casi resignarse, era una vasca, que sepa donde la había conocido y la segunda vez que quedaron la llevó a su pisito que quedaba en la calle Gardoqui, que rentaba para él solito, a diferencia del Mulah Omar, el Molkas y yo que compartíamos un pisito más grande en Alameda de Mazarredo. El lugar que alquilaba el Bebé era pequeño, tenía dos cuartos que los separaba un pasillo angosto que yo creo sólo una persona cabía a la vez. Era muy moderno por dentro, estaba amueblado con muebles de Ikea, que le daban un look vanguardista y las luces eran de esos foquitos en el techo, que daban la impresión como si estuvieras en una galería de arte.
El Bebé llevó a la Vasca, y me imagino que la Vasca ha de haber querido algo porque después de ese día no le volvió a hablar. Y habrá sido porque la Vasca tenía un enamorado, formal y toda la cosa y quizás sólo quería probar la pasión y mieles mexicanas de México. Estuvieron platicando mucho rato, el Bebé le confesó que el no estaba enamorado de su novia mexicana de México, que la chispa del amor había desaparecido, pero que quizás había encontrado esa llamarada pérdida en la Vasca. Se fueron a la cama pero sólo estuvieron abrazados. Me imagino la cara de la vasca que ha de haber puesto, el bebé abrazándola, con sus ojos cerraditos y diciéndole cosas bonitas al oído, diciéndole que por fin había encontrado a la mujer de su vida, después de viajar por los siete mares, cursilerías quizás pensaría la vasca, y ella viendo al techo, con sus ojos bien abiertos y preguntándose que mierda hacía con ese pseudo-mexicano perdiendo su tiempo.
Y no, no le volvió a hablar --- y porqué no se la cogió el wei – no sé, me salió con una mamada de que él era un caballero, y que ella valía para otra cosa – otra cosa?... que le estaba proponiendo matrimonio – yo creo que sí ca, y la espantó y nunca le volvió a hablar --- Y es que el bebé le mandaba mensajitos, le llamaba pero siempre su celular estaba apagado, nunca supo nada más de la vasca. Ni modo, al final, tenía a su gatita fiel del otro lado del Atlántico esperándolo con los brazos abiertos. Habría que resignarse.
Y éramos testigos de sus fracasadas conquistas, en los antros, donde vendían pintxos, en la calle, en el metro, no, no ,no, nada le funcionaba, esa táctica que empleaba en México no servía para aquí. Y nosotros, como nos cagábamos de la risa, era cagado verlo primero moviendo su colita seductora y después verlo con el rabo entre las patas y con ojos de perro. Después de ahí, no solo le decíamos bebé, le decíamos el bebé Gigoló Geisha...
Pero dejaría de ser un Bebé, cuando me visitaron en Madrid, nos fuímos primero a un restaurante pijo mexicano que quedaba en el Barrio de Salamanca, el Bebé se puso a cantar canciones rancheras, siempre era así, siempre quería llamar la atención. Pedimos unas kekas y unas carnitas, que pinches caras eran, pero que rico sabían, no quise ir al Si Señor del Paseo de la Castellana, porque era más artificial que las tetas de Martha Sánchez, que como me gustaba cuando tenía 12 años. El Bebé se puso a ligar con la mesera que era de México y creo estudiaba en Madrid y la neta que era verdad lo que decía, sus tácticas si funcionaban con las bigotonas, será porque lo verían bonitoy werito? El Bebé se puso feliz de demostrarnos que no era un Geisha después de todo, simplemente que las pinches viejas españolas y europeas eran unas pendejas frías que no veían el tesorito que tenían enfrente de sus ojitos de gargajo.
Pedimos tequilas y el Bebé le sacó el teléfono a la mesera. Dijo que le llamaría. Estaba bien alegre y contento el cabrón. Salimos y nos fuímos para el mero centro, a un bar que se llamaba El Sol. Era un antro raro, alternativo, y siempre estaba hasta su madre. Dentro rolaba la María cabrón. Estaba entre el Oso y el Madroño y el Corte Inglés de la calle de Preciados donde una vez que compré unos zapatitos bien cómodos y donde me compré mi abrigo que no me quería comprar. Había que andar desde la Puerta del Sol como si se fuera para la Gran Vía, siempre esa calle estaba llena de teporochos y drogadictos y travestis ecuatorianas. Estaba muy cerca de Chueca donde había muchos antros gay y mucho norafricano vendiendo drogas.
Estuvimos en el antro un buen rato, parecíamos magnates, pidiendo cócteles y hasta tequila, mientras la gran mayoría bebía cañitas y chupitos, pero el Bebé estaba con nosotros, había que celebrarlo, habían venido desde Bilbo sólo para echar desmadre en Madrid.
Salimos del antro y que pinche frío hacía, yo iba con mis zapatitos comodísimos del corte Inglés y mi abrigo que compré y no me quería comprar del Corte Inglés, pero que frío, el Mulah Omar también iba enchamarrado, todo mundo, cualquier persona sensible venía tapada. Pero el bebé no, el bebé venía con su playera de color colorado y sus blue jeans y su chamarra en la mano. Venía cantando canciones rancheras, estaba pedo?, no que va, lo hacía pa´llamar la atención, así era él, siempre cantaba, me imagino que un día su jefecita le ha de haber dicho “ay que bonito cantas mijo!” y desde ahí siempre cantaba y la mera neta, era medio desafinado, pero al él no le importaba, era dicharachero, agradable, cantaba bonito, acomodado y además era bonito, que importaba!, le valía madres.
--- que pedo wei? – no tienes frío? – frío?... cuál frío weies? Lo que pasa que ustedes son un par de mariquitas – jajaja – jajaja --- Le gustaba impresionar, le tembablan los dientes de frío pero le valía madres, el había dicho que no tenía frío y pos no tenía frío --- pinche piel de metal que has de tener para no sentir frío – si wei... como un robot... como el Bender – como quién pinche Panta – El bender – jajajajaja – de que te ríes pinche Mulah... quién es el Bender? – un pinche robot que no tiene frío... – jajajajaja --- el mulah Omar no paraba de carcajearse y el Bebé seguía sin entender --- has visto Futurama? – futu... qué? – olvídalo... pinche bebé bender... bebénder – jajajaja Panta.... te salió del alma – gracias maestro – bebénder jajajajaja bebénder jajajaja --- Y al bebénder le valió madres ... que le dijeran que era un robot, o un bebé o que se doblaba en el más estricto sentido alburero --- El seguía sin frío a pesar de la llovizna, por la que nos tuvimos que refugiar en una parada de camión y por increíble que parezca también se refugiaban otro par de mexicanos
--- son de México – si ustedes? ... también... al pedo... cuántas viejas llevan? --- al bebé le sacó de onda la pregunta--- si que cuántas viejas llevan?... no, no mames pinches españolas... nos siguen como moscas... las traemos locas los mexicanos --- el bebé puso su carita triste de perro y no comprendía, como era posible que esos pinches conquistaban a españolas y él a pesar de ser adinerado, dicharachero, alegre, cantador y bonito, no levantaba ni el polvo. El bebé tenía hambre y me preguntó de algún lugar, nos despedimos de esos casanovas mexicanos que lo dejaron sin palabras y los llevé al Pans & Company del que era cliente, de la calle de Alcalá.
Pedimos unos bocadillos, estaba lleno de borrachos, ya era de madrugada. El bebénder comía silencioso, aún sin chamarra, hasta que dijo --- esos pinches weies de la parada, no les creo nada, no creo que hayan ligado con nadie – porqué no bebénder? – si porqué no wei?... porque tu eres bonito y ellos no? – o será porque eres cantador y ellos no? – jajajaja – jajajaja- pinches weies... váyanse a la verga.... – jajajaja---
Salimos de ahí, el bebénder aún sin frío, ya había parado la llovizna, trató de ligar con una españolita que venía subidita de copas pero que tampoco lo peló. Pobre cabrón, como lo frustraba eso.---“pos que chingue a su madre... pinche vieja”--- decía. Caminamos para hacia unos barcitos donde daban chupitos gratis, pero pedimos cañas, el mismo barcito donde tiempo después estaría fajando con Nieves.
Ya iba a amanecer, seguía haciendo frío, las luces navideñas iluminaban la puerta del sol, nos fuímos por unos churros con chocolate a la chocolatería San Ginés, el bebénder seguía sin frío.
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