Era verano, la época en que llovía menos, por lo que los caudales de los ríos bajaban... algunos incluso desaparecían por completo. A veces se formaba al lado del río, una playa con arena color chocolate abuelita, también habían piedritas y vegetación, era un buen lugar para pasar el día, sobretodo en esos días de calor sofocante, cuando el sol quemaba y los cielos eran azules. Había que ir después de medio día pero no muy tarde, si se iba tarde se corría el riesgo de ser comido por mosquitos y bañarse en repelente no funcionaba siempre.
Estaba con Alana disfrutando de una Inka-cola, la bebida del Perú, cuando se me ocurrió invitarla al río. Alana le pidió permiso a su mamá y nos fuímos. El río aún era navegable, se podían ver botes cargados de piñas y bananas. Para llegar al río tenía que cruzar el puente y después bajar una cañada, menos mal que traía la troca. Era tan huevón que iba hasta la mera playa en la camioneta, por lo que había que cruzar piedritas y pequeños caudales, era cuando aceleraba para que brincara la troca y salpicar todo, muy refrescante. Hacía calor, quería disfrutar de esas aguas chocolatosas, ya no me importaba lo que me decía Chabu respecto a el agua de la selva
--- Uy joven, ya nunca se va a ir de aquí! – por? – dicen que cuando uno se baña o se bebe el agua de aquí nunca ya más se puede ir pe – no creo en esas pavadas Chabu, además yo sé que pronto me iré – si pe, pero siempre va a regresar joven – jaja... no Chabu, nunca – se acordará de mi pe ---
Había más gente en la playa, familias, niños y hasta unos milicos de la marina que jugaban panbol en la arena. Seguía tratando de cruzar esos riachuelos con piedritas y arena, hasta que por fin llegué a la playa, ahora buscaba un lugar perfecto para después meterme al agua. Cuando en una de esas, siento como la troca de empieza a hundir. Acelero y nada, la pinche camioneta se hunde más, me bajo y veo que la llanta de atrás de lado derecho desapareció, estaba totalmente bajo la arena.
--- Creo que tenemos un pequeño problemita – ay Panta y ahora pe? – fácil, tengo que usar el 4x4 y listo, en un dos por tres estaremos en el agua --- Me subo a la troca de nuevo y no tenía ni puta idea de cómo usar el 4x4. Era otra palanquita de velocidades, pero nunca la usaba, Manuel era que el sabía, además que creo habría que hacerle algo a las llantas, quitar un seguro o algo así. Pero total, no perdía nada, arranco la troca, y acelero moviendo esa palanquita para todos lados y nada, solo volaba arena por todos lados y creo que me hundía más. Que poca madre pensaba.
--- Y ahora Panta? --- Mi cabeza reposaba en el volante, estaba sudando, el puto sol quemaba que te cagabas y ahí estaba en la playa del río con Alana y la troca atascada --- Ya sé... --- Me bajé de nuevo y empecé a escarbar entre la arena, hasta dejar descubierta la llanta --- quiéres que te ayude? – si... pero tu traeme piedras, entre más grandes mejor --- Yo escarbaba y Alana buscaba piedritas. La idea era sencilla y a la vez lógica, quitaría toda la arena posible, pondría piedras y la llanta andaría sobre las piedras y listo, seguro en unos diez minutos estaría disfrutando de esa agua vírgen y fría, que calor hacía --- Listo, trépate – qué? – que te subas pues – ah ya pe --- Una vez más, pongo primera y piso el acelerador hasta el fondo, la troca se movió, pero se me volvió a hundir. --- que poca madre – ay Panta, ya vas a empezar a hablar como mexicano pe... y ahora? ---
Pensaba que había sido una mala idea ir al río, pensaba que una grúa no podría ir hasta donde estaba porque era más pesada y se hundiría. Pensé en abandonar la troca. --- Pos se movió un poquito, tu traéme más piedritas y yo le escarbo más --- Ahí estaba una vez más, quitando la arena solo con mis manos y poniendo un chingo de piedritas, pensé en empujar la troca al mismo tiempo --- Alana sabes manejar? – no... como crees pe? – bueno, pues hoy vas a aprender – no Panta, ni siquiera sé que hacer --- Nos subimos a la troca y una vez repetí pisar hasta el fondo el acelerador pero nada. La troca seguía hundida.
Por el espejo retrovisor ví a los marinos jugando fucho. --- Creo que necesitamos ayuda, espérate aquí --- Me bajé de nuevo y fui a donde estaban los milicos. El sol brillaba y deslumbraba, mi ropa estaba mojada de sudor, tenía mucha sed. --- Buenas... – buenas joven Pantaleón ... disfrutando del río? – pues no mucho, fíjese que se me atascó en la arena la troca – la que? – esa camioneta roja – ahh necesita ayuda pe? – pues si no es mucha molestia - no claro que no... a ver muchachos, vamos a sacar de la arena esa "troca mexicana" ---
Ahí iba de regreso, como con veinte milicos detrás de mi, mi pequeño ejército. --- Fíjese que le puse piedritas para sacarla... pero no funcionó, le pondré más? –no, no pe, nosotros lo empujamos, súbase --- Me trepo y enciendo la troca --- listos? – si, pe, dele, a todo lo que dá --- Meto primera y piso el acelerador, la camioneta medió se movía --- acelere más pe, no deje de acelerar pe --- Una vez más le acelero y la camioneta sale del hoyo pero con una nube de arena y piedras volando, veo a los marinos que se echaban a correr, pensaba que me la iban a hacer de a pedo, porque quizás había golpeado a alguien con alguna piedra voladora. Nos bajamos de la troca y veo a los marinos como a diez metros y señalando con sus manos la camioneta --- oigan gracias --- Los marinos seguían mirando la troca, la parte de abajo, tenían cara de asustados --- qué pasó – una shushupe Panta – una qué? – una shushupe ---
Los marinos se acercaban y veían debajo de la camioneta --- ya está muerta pe, mírenla ahí está – que está muerto? --- Me asomé debajo de la troca y ví algo que colgaba cerca de las llantas. --- que es eso? – una shushupe – una víbora Panta – ahh esa es la famosa Shushupe? ---
Me acordé que una vez me contó Willy, el esposo de Chabu sobre las shushupes, según él era la segunda serpiente más venenosa después de la cobra --- No Panta, esas son peligosísimas pe, son chiquititas pero la ponzoña que tienen te mata – y que no hay antídoto – no hay qué? – vacuna contra el veneno – ahh si, si hay pero el problema con las shushupes es que si te muerde una, sólo tienes como cinco minutos para que te den la cosa esa contra el veneno como tu le dices pe! – sólo cinco minutos? – si pé, por eso a la mayoría de la gente que las muerde, se mueren, si te muerde una, es mejor rezar ---
Y ahí estaba la chingaderita esa, la famosa shushupe, era chiquita, como del tamaño de una regla de treinta centímetros, de color negro con rojo, hecha pedazos, hecha mierda, se había enrredado cerca de la llanta y había valido madres, todo mundo la admiraba. Me seguía cagando de calor, pero ya no me dieron ganas de meterme al río después de ver esa madre. Se hacía tarde y me cacheteaba a mi mismo, los mosquitos me empezaban a destrozar.
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