--- ya sabes lo que me gusta que me hagas! – pensé que habías terminado conmigo – pues pensaste mal --- Eran pasadas de las once de la noche, no había escuchado de ella por dos meses, no sé como se había metido al edificio, seguro había esperado a que alguien abriera la puerta principal o quizás se metió por el estacionamiento. Acababa de ver el Peep show, uno de mis programas favoritos de comedia y empezaba a hojear un penthouse cuando de pronto oí semejantes toquidazos en la puerta. Lo primero que hice fue mirar mi reloj y pensar quién podría ser. No abrí inmediatamente, me asomé primero por el hoyito de cristal en el medio de la puerta para ver quien era, la ví, estaba ahí, estaba toda empapada, afuera lloviznaba, pensé por un momento en no abrir.
--- hola – hola... no me vas a invitar a pasar? --- no le contesté, me la quedé viendo, aún no entendía que estaba haciendo en la entrada de mi piso --- o ya estás con alguien más? – no, no hay nadie más! ... pasa --- Catia O´neill entró, quitándose sus tenises que llevaba para no ensuciar, era algo que siempre hacia. Pasó a la sala y sentó en uno de los sillones. --- quieres algo de tomar? – que tienes? – no hay cerveza, se me acabaron... pero creo hay una coca-cola en el refri – es diet? – no... – mmm dame un vaso de agua entonces – no tomaste suficiente agua ya? --- Traté de hacerme el graciosito, pero Catia O´neill solo me miro con una cara muda --- ok... ya voy --- Me dirigí a la cocina, cogí un vaso y abrí el grifo, dicen que acá el agua de la llave se puede tomar, yo no lo hago, yo me compro mis botellitas de evian, pero sabía que a Catia O´neill no le importaría el hecho de que su agua fuese del grifo --- aquí tienes – gracias --- me senté al lado de Catia O´neill, nos quedamos callados, dí un escaneo rápido a los canales de televisión y la apagué porque no había nada bueno. En las noticias pasaban que Brown boicotearía la próxima cumbre de Africa y Europa que se celebraría en Lisboa porque asistiría Mugabe y que Tony estaba muy contento con su nueva posición de enviado de paz para el Oriente medio. Catia O´neill bebió su agua muy rápido. --- quieres más? – no...apuesto a que te sorprendí verdad? – si la verdad que si... no te esperaba --- Catia O´neill tenía su piel más rosa que de costumbre, supuse que debía ser por el el agua fría de la lluvia, habían partes en que se le notaban sus venas rosadas y azules sobretodo en sus piernas y especialmente cuando hacía frío, sus ojos que eran de un azul grisáceo los tenía vidriosos, su cabello dorado lo tenía empapado --- quieres que te preste algo para que te cambies la ropa mojada? – sólo préstame una toalla, me tengo que secar el cabello sino me resfriaré --- Me levanté y fui al cuarto, busqué una toalla limpia y mi otra pijama --- aquí tienes – gracias --- Catia O´neill se empezó a secar el cabello – me prestas también esta ropa? – si claro, para eso la traje --- Catia O´neill se levantó y se empezó a quitar la ropa ahí, ya la había visto desnuda muchas veces antes, no intenté nada, se puso mi pijama --- estoy mejor así ---
La relación con Catia O´neill había sido medio caótica. Había llegado a pensar que estaba destinado a toparme con relaciones destructivas, me hacia recordar la relación enferma que mantuve con la uruguaya que había conocido años antes en México, me hacía recodarla más que nada por su actitud, no físico, ya que en eso eran diferentes, pero el carácter definitivamente era muy parecido, muy flamable. La conocí en un hotel en el que me quedaba cuando fuí asignado a un proyecto en el País de Gales. Ella laboraba en el gimnasio del hotel como instructora. Yo asistía al gimnasio del hotel después del trabajo para matar el tiempo y no aburrirme y no volverme un alcohólico en el bar. Catia O´neill era originaria de Bournemouth, un destino turístico en la costa sur inglesa, había crecido ahí, su padre era de dinero y tenía negocios en la industria inmobilaria, su madre tenía granjas o algo así.Estudió ciencias del deporte y medicina física constructivista en la Universidad de Cardiff.
No le empecé a hablar luego luego a Catia O´neill, nuestra relación hasta antes de que nos presentaron se limitaba solamente a conversaciones monótonas en el gimnasio --- hola – hola – has usado este aparato antes? – si... en otro gimnasio – ok... si se te ofrece cualquier cosa... aquí estoy para ayudarte – gracias --- La veía, pero no me animaba a dar el siguiente paso. Solo intercambiábamos sonrisas.
Le empecé a hablar más desde que me la presentó formalmente Emma Price, una de las recepcionistas, que siempre me hacia la plática cuando me registraba en el hotel y de la que me hice amigo --- Hola señor Pantoja – hola que tal? – bien y usted? – también – como estuvo su viaje? – bien... gracias – se queda por dos noches? – si – me imagino que se debe de aburrir después de venir tanto a tiempo acá no? --- Me llamó la atención la manera tan directa de Emma Price, los británicos nunca eran así... tan de decirte las cosas en tu cara, por eso me cayó bien --- si algo...a veces... – que disfrute su estancia – gracias ---
Emma Price era muy abierta y amigable conmigo, quizás le había caído bien, después de todo no creo que haya muchos mexicanos con los que se haya topado antes. En otra ocasión, me la encontré en uno de los pasillos, me comentó que más tarde habría un cóctel que organizaba el hotel puesto que habían inaugurado un nuevo lodge con habitaciones y salas de conferencias, me dijo que todos los huéspedes estaban invitados, le dije que ahí estaría. Ví a Emma Price y nos la pasamos platicando bastante tiempo, era del tipo de personas que da la impresión de que ya la conocías y me empecé a llevar muy bien con ella desde ese día. Emma Price era chiquitita y delgadita, de cabellos y ojos castaños y de piel apiñonada, tenía ese look típico de la gente de Gales, yo creo que llevaba sangre de romanos, que habían estado muchos siglos antes por estas tierras.
Una vez me encontré a Emma Price en el gimnasio del hotel, me imagino había terminado su turno y pasaba a ejercitarse antes de irse a su casa. Cuando charlaba con ella, Catia O´neill se acercó y la saludó --- mira Catia este es Pantaleón– hola mucho gusto – hola...soy Panta...encantado – yo soy Catia, Catia O´neill --- Me hizo mucha gracia la manera en que se presentó, con todo y apellido, me recordó al personaje principal de las novelas de Ian Fleming --- ya te había visto no? vienes a veces al gym no? – si... claro ---
Después de eso, le empecé a hablar más seguido a Catia O´neill, a veces ella llegaba preguntando sobre mis rutinas, a veces yo le hablaba con el pretexto de que no sabía usar algún aparato, después fuimos cambiando y hablábamos del tiempo, de la comida, de México y de muchas cosas que parecían triviales pero me ayudaban a conocerla más. Al poco tiempo me dí cuenta de que las veces que iba al gimnasio, era realmente por ver a y platicar con Catia O´neill. Me estaba empezando a gustar. Siempre vestía con el uniforme de entrenador, una camisa polo azul cielo y unos shorts azul marino, que dejaban ver sus piernas, me encantaban sus piernotas, sus bíceps, sus deltoides y esos músculos en las tetas, que hacían de ella una mujer de bandera.
--- a que horas terminas de trabajar? – a las diez... por? – y que vas a hacer? Tienes algún plan? --- irme a dormir... porqué? me vas a invitar a salir? – si...quieres ir a tomar algo? – ahora? – bueno si... cuando termines – bueno... porqué no? --- Salimos a un bar que se llama Tiger Tiger, pedimos unos nachos y unas coronas. Brindamos y nos contamos nuestras vidas respectivamente, me dijo que sus padres se habían divorciado y que nunca nadie le había dado un poco de amor, todos le decían nena yo te amo y al cabo de unos días querían hacerle el amor. Gracias al sonido de la música, que no permitía escuchar, había que acercarse a Catia O´neill que estaba sentada al lado mío, hubo un momento en que cuando hablábamos rozabamos nuestros labios así que decidí besar sus no carnosos labios rosas. Salimos y regresamos al hotel. No quería ser vista conmigo, puesto que se podría meter en problemas. Me llevó por una puerta trasera y subimos y bajamos escaleras hasta que llegamos a mi cuarto --- sabes Panta?... no debería estar con un huésped – según quién? – según las reglas del hotel – y quién va a saber? – no vas a decir nada? – mis labios se sellarán por siempre ---
Empecé a desnudar a Catia O´neill y besaba cada parte de su cuerpo. Su sexo era tan perfecto y suave, que me animé a bajar al río, algo que solo hacía cuando me gustaba realmente la chica... la última había sido la uruguaya --- Panta... me encanta lo que me haces! --- Catia O´neill estaba desnuda echada sobre la cama boca arriba son sus piernas bien abiertas y yo estaba ahí de rodillas probando sus mieles no sé por cuanto tiempo, tal como si ella fuera una diosa y yo le ofreciera una ofrenda.
Nuestros encuentros se repitieron varias veces, y la bajada al río se hizo costumbre, siempre le gustaba que comenzara así. Catia O´neill era muy abierta sexualmente, le gustaba probar nuevas posiciones y sensaciones, cuando estaba montada en mi, ella tomaba mis manos y las ponía en alguna parte de su cuerpo, donde ella quería... en su cara, en sus senos, en su cintura, en sus cadera, en sus piernas, siempre era ella la que manejaba cada instante sexual, una vez tomó mi mano derecha y se la llevo a su nalga, seleccionando un dedo de mi mano y llevándoselo a su entraba posterior, eso la volvía loca. También le gustaba que le mordiese sus tetas fuertemente, me encantaban sus pezones grandes y rosados y le encantaba que la nalgueara hasta que su piel rosa se le ponía roja. Muchas veces cuando estaba con ella haciendo el amor, pensaba que sus gustos sexuales eran un poco más allá de lo que se conoce como normal, pero a mi también me gustaban, los disfrutaba y me empezaba a preguntar que era lo normal?. La única conclusión a la que llegaba era que mejor no pensara y disfrutara el momento al máximo. Me llevaba muy bien con ella, me gustaba y me encantaba en la cama. Catia O´neill se volvió así mi primera relación formal en la isla.
Un día me llamó a mi celular cuando estaba en Londres --- hola? – hola Panta? – hola... Catia? – pues cuantas novias tienes? – no muchas jaja – jaja – que haciendo? – pues nada... te quería dar una sorpresa ... estoy en Londres! – en serio? – si... vengo a un curso hoy y mañana y me quedaré el fin de semana... – en serio? – si... – pus... pus quédate conmigo no? – si claro... si tu quieres si ---
Nos quedamos de ver, fuímos a mi piso, estuvimos follando y salimos a cenar. La llevé al Café Bento, un restaurante de comida japonesa que queda en Camden Town. Estaba degustando mi sushi arcoiris cuando noté un poco rara a Catia O´neill --- que tienes? No te gusta la comida? – no, no es eso – entonces? --- Catia O´neill se me quedó viendo y me sonrió --- no, no es nada – como que no? te ves rara? Que te pasa? --- El restaurante estaba lleno, era viernes y el bullicio de la gente a veces era ensordecedor. Estaba sentado hacia la puerta, entonces podía ver la gente que entraba y salía y además la barra de sushi. Entraron tres chicas, y creo que me quedé viendo a una de ellas, me recordó a Navina una amiga de Egipto que vivía en Londres que había conocido en un curso de Tango Express allá por Victoria, pero no era. --- Sabes Panta?... tu crees que no me doy cuenta... pero lo hago --- no sabía lo que quería decir, Catia O´neall jugaba con los palitos japoneses con sus manos y rompió uno de ellos accidentalmente --- de que hablas? – de que eres muy ojo alegre cabrón! --- Catia O´neill se levantó, me aventó los palitos... o mas bien lo que quedaban de ellos y salió. Me quedé de a seis, lo más cagante es que pasó en esos momentos en los que el bullicio de la gente se apaga y el silencio reina, tomo mundo veía hacia la mesa donde estaba, me levanté, me puse mi saco y fui a la caja a pagar, quería dejar el metálico en la mesa, pero no llevaba tanto efectivo. El bullicio comenzó de nuevo, no quería voltear, ví risas, que mierda, quería salir de ahí, quería meter la cabeza en la tierra tal y como un pinche avestruz --- Ya le llevaba sus noodles y su bento box – no hay problema... quiero pagar la cuenta! – son 44 libras... quiere su comida para llevar? – mmm sí porqué no! Ya pagué por eso no? --- Metieron la comida en una bolsa, pagué y tardé en pagar porque la pinche terminal electrónica que tenía el restaurán no funcionaba bien y tardé como 10 minutos más y finalmente salí con mi pinche itacate. Estaba sacando de onda, nunca había visto a Catia O´neill así, estoy de acuerdo de que era enamoradizo pero no lo hacía intencionalmente, nunca dejaba de admirar un buen escote o unos pantalones entallados. Afuera llovía y hacía frío, marqué el celular de Catia O’neill pero estaba apagado. Caminé hacia la esquina y estaba ahí llorando, me vió y fue hacia mi --- quiero terminar contigo! – podemos hablar? – no... voy a tu piso a recoger mis cosas y me largo – está bien! ---
Nos fuimos en metro y en el trayecto Catia O´neill no me dirigió la palabra, había dejado de llorar. Llegamos al piso y se fue a la recámara a meter sus cosas en su maleta. Me senté en la pequeña mesa circular de madera de la sala, no sabía que decir. Salió y me miró --- no lo hice a propósito ok? – siempre lo haces... te odio – ok... la cagué... pero creo que reaccionaste de más no? – me voy – al menos come algo no?... te traje tu bento box --- Se acercó hacia mi y se me quedó viendo --- ok... perdóname no? --- Me levanté y traté de tomarle su mano y me dio una cachetada que hasta creo ví estrellitas, sería la primera de muchas --- eres un imbécil --- Se acercó y me besó... me empezó a morder mis labios... era una sensación dolorosa pero a la vez de placer, no aparté a Catia O´neill de mi, le empezaba a hacer lo mismo y le gustaba, Catia O´neill me besaba hasta que me sacó sangre, cogimos ahí, arriba de la mesa, arriba de la comida, fue un sexo muy salvaje, muy animal, muy explosivo como ella. Al final no se fue, pasó la noche conmigo, y al otro día estaba como si nada hubiera pasado, tan dulce como un bizcocho. --- que te pasó en los labios? --- me la quedé viendo --- ya se te olvidó? --- Puso cara de what... no le dí mucha importancia.
Un par de semanas después decidimos pasar un fin de semana en Madrid, ella no conocía y era un buen pretexto para visitar a los viejos amigos. Nos instalamos en un hotel de varios pisos sobre el Paseo de la Castellana, muy cerca de la fuente de los Cibeles. El sexo se había vuelto más intenso y más seguido, no la pasábamos follando cada vez que estábamos juntos y haciendo cosas cada vez más raras. Habíamos llegado a Barajas por la mañana y no salimos del hotel hasta la noche. Tenía hambre y sugerí ir a comer. Catia O´neill sugirió ir al Hard Rock como buena inglesa, no quería conocer las delicias locales, así que nos dirigimos al establecimiento al lado del monumento a Colón. Pedí unas alitas hard rock y Catia O´neall una hamburguesa. Una jarra de sangría nos acompañaba. Mi celular sonó --- Hola? – pero acaso es el mismo Pantoja?... aquel pinche con el que nos íbamos de cañas? – el mismo aquí en vivo y a todo color reportándose – cuándo llegaste macho? – llegué en la mañana... que plan tienes? – pues les llamé a unos colegas anunciando que venías y pues tu dinos donde y nos vemos – estoy cerca de Salamanca – Salamanca?... a ver dejadme pensar... salamanca... salamanca...ya sé... mira hay un barcito de tapas buenísimo... se llama José Luis... lo conoces? – no, donde queda – sabes donde queda la calle de Serrano? – si... si la ubico - bueno tío ve a esa calle y pregunta, no tienes pierde... – bueno – venden unas tapas de bonito picante que te vas a cagar – venga macho nos vemos ahí en una hora y media – si... claro, les llamaré a los troncos para decirles... estábamos esperanto tu llamada... pero me imagino has de estar ocupado no?... me comentó Andrés que venías acompañado – si una amiga... – y no trae una hermana? – no me temo que no y no seas cabrón... por cierto quien viene?– pues Pablo dijo que iba, Andonis está de visita y también se apuntó, la Encarni y la Begoña y todas esas que siempre llevan, Tony y el otro Tony, Andrés quedó de pasar a mi piso... ya no debe tardar y Ergandio que no podía – bueno macho te veo después – venga tronco hasta luego – hasta luego ---
--- quién era? – uno de mis amigos... con los que trabajaba... nos vemos con ellos para tomar algo después no? – seguro alguna novia antigua que quieres volver a ver no? – no, te digo que son colegas – no quiero ir – por? – porque no – pues es que ya quedé... les dije que tu también ibas – no me importa --- Catia O´neill comía su hamburguesa, le puso ketchup a sus papas y pidió al mesero brown sauce. Comía callada. --- Catia, porque no me dijiste antes que no querías ir? --- Catia O´neill se me quedó viendo y no dijo nada. La música y el bullicio del hard rock aumentaban de volumen... éramos la única mesa que pareciera si estuviésemos en un velorio --- Sabes Pantaleón?... yo vine a pasar mi tiempo contigo, no con tus amigos – ya... pero te había dicho que les llamaría y me dijiste que estaba bien – llamarles está bien... pero nadamás --- Catia O´neill se levantó --- me voy... lárgate con tus amigos --- le tome la mano y la invité a sentarse de nuevo --- no empieces otra vez... vamos un rato y nos vamos – ya quiero irme – ok --- Pedí la cuenta y salimos. Catia O´neill comenzó a caminar rápidamente en dirección al hotel --- Catia... no seas boba... ven --- alcancé a cogerle al mano --- Me regreso hoy --- Catia me empujó y se fue, la verdad no me importó, era la segunda vez que se comportaba así y me valió madres, no iba a cancelar a mis cuates después de que había quedado con ellos. --- Hey Panta.... pero pensé que venías acompañado? – venía macho... hey Encarni... cómo estás wapa? – bien y tú? – también... – hey coleguita pero ha pasado? – larga historia... digamos que tiene un carácter como el clima de Inglaterra... una verdadera mierda ---
Un par de horas después, regresé al hotel, estaba un poco happy, la verdad me hizo bien ver a los viejos colegas y recordar los viejos tiempos. Llevaba yo las tarjetas para entrar al cuarto, pensé que Catia O´neill habría pedido que le abrieran la puerta y se había ido, pero cuando abrí la puerta estaba cerrada con la cadenita --- Catia? --- La luz del buró al lado de la cama estaba prendida, Catia O´neill se levantó y fue hacia la puerta empujándola y cerrándola --- Lárgate --- Me quedé ahí viendo como me cerraba la puerta en la jeta. Toqué la puerta --- Catia... ábreme por favor... vamos a hablar --- Para mi sorpresa, escuché que Catia quitó la cadena de la puerta, intenté abrir de nuevo con la tarjeta y pude entrar. Catia O´neill estaba desnuda, así siempre dormía, había estado llorando --- y?... te divertiste? ... viste a alguna antigua novia? – ví a unos amigos... es todo --- Entré al baño para orinar, ya me andaba. Catia O´neill se paró en la entrada al baño mirándome --- y? – y? – si y? – lo mismo me pregunto – no me vas a pedir que te perdone por haberme dejado sola? – perdón?... yo? Que hice? – ahhh vienes borrachito y ya se te olvidó? – tu quisiste largarte no? – pensé que no irías – pues pensaste mal --- Me lavé las manos y me dirigia hacia la recamara pero Catia O´neill estaba ahí, en el medio, impidiéndome el paso --- ya vamos a dormir no? – no – no? --- Catia O´neill me empujó y me caí dándone un sentón, se aventó arriba de mí y empezó a pegarme, besándome al mismo tiempo --- ya bájale no? – cállate --- Catia O´neill me puso su sexo en mi boca y empezó a hacer movimientos circulares. Cedí, decidí darle placer, me gustaba mucho. Tuvimos una vez más sexo, muy intenso, muy primitivo, Catia O´neill me pegaba en los brazos y en las piernas, me daba cachetadas en la cara, me decía groserías, ahí en el piso del baño. Después de madrearme me dijo que le diera nalgadas. Me desperté al otro día, me dolía el cuerpo, tenía moretones, mi boca sabía a sangre, Catia O´neill me había despertado, había prendido la TV, y se estaba haciendo un té, estaba desnuda dándome la espalda, podía ver sus nalgas que habían quedado de color rojo --- Hola amor, buenos días... quieres una taza de té? --- Ahí estaba parada, moviendo con la cucharita su té, sonriendo, alegre, como si nada hubiera pasado.
Comencé a pensar que Catia O´Neill, tenía doble personalidad o algún pedo psicológico, también las escenitas empezaban a multiplicarse y cada vez eran más violentas, incluso una vez amenazó con suicidarse con un tenedor, sus celos los cuales me hacían gracia al principio de nuestro relación, eran en realidad enfermizos y destructivos. Sabía que tenía que terminar lo que teníamos, su carácter me recordaba a la uruguaya pero más dañado, eso sí, el sexo era de lo mejor, empezaba a disfrutar ese sexo bizarro y enfermo que teníamos después de sus peleas, para encontrarla al día siguiente como una hermosa y calmada princesa. Vivíamos ya juntos, Catia O´neill había pedido una transferencia a Londres, aunque algunos días los pasaba fuera, ya que iba a visitar a su padres a Bournemouth o la mandaban a algún curso.
Me encontré a Emma Price una de las veces que fui a Gales --- Hey Panta... hacia mucho que no te veía – si... lo mismo digo, es que ya el proyecto va a terminar y ya no tengo mucho que venir por aca y bueno también he estado un poco ocupado --- Emma Price me dijo que nos tomáramos un café en una hora, al fin que ella ya saldría de su turno a lo que acepte. Fuímos a la Bahía de Cardiff, a un starbucks que esta ahí, el cielo estaba poblado de algunos cirros y atardecía, el mar y el cielo se veían dorados y se confundían en el horizonte. Platicábamos de varias cosas, de hecho no mencioné nada de mi relación con Catia O´neill, no recordaba habérselo comentado a Emma Price pero ella después de un rato sacó el tema --- Por cierto ya Catia no trabaja con nosotros! – si? desde cuándo? – ya hace un par de meses, a veces nos llamanos, vive en Londres – en serio? – si, me dijo que había conocido a alguien y que estaba viviendo con él – ahh que bien... dónde lo conoció? – no estoy segura... no me dijo --- Emma Price no sabía que la persona con la que Catia O´neill vivía en Londres era yo --- yo no la entiendo Panta.... es una buena amiga pero es que se complica mucho la vida – si? por? – pues por el chico con el que vive ahora, dice que esta muy enamorada de él y quiere dejarlo todo por él --- Disfrutaba mi white chocolate mocha, haciéndome el pendejo, como si no supiera de Catia O´neill --- dejarlo todo? – si ... dice que se quiere divorciar --- cuando Emma Price me dijo eso, sentí un sudor helado en mi espalda y en mi cara... divorciar?... había escuchado bien?... --- divorciar? – si de su esposo! – a qué era casada? – es casada... no sabías? – no... pues cuántos años tiene? – se casó muy joven...--- No podía creerlo, Catia O´neill estaba casada, que mierda suerte tenía que siempre jalaba a casadas... pero no entendía porque Catia O´neill nunca lo había mencionado... estaba jugando conmigo? --- pero su esposo donde vive o qué? – pues tienen una casa cerca de Southampton... su esposo es ingeniero creo y trabaja en una plataforma petrolera, como ella se quedaba sola buscó el trabajo en Gales, que es donde estudió la uni y pasaba tiempo con su esposo cuando estaba en tierra --- Ahora lo comprendía, eso explicaba sus salidas cada quince días según a cursos o según a ver a su familia... me sentía triste pero a la vez me daba coraje que Catia O´neill me veía la cara de pendejo --- estás bien? – quién yo?... si por? – no sé, como que te fue el color de la cara – si, estoy bien ---
No sabía que pensar ni que hacer, evidentemente Emma Price no sabía que yo era el otro, pero no sabía que sentir. Tenía un pretexto perfecto para terminar con Catia O´neill, de una vez terminaría con esa relación que me drenaba y que se estaba convirtiendo en otra uruguyazo... tenía que terminar con ella... de otra manera tendría a otra mujer enterrada en mi corazón y no sé por cuánto la llevaría así... de la uruguaya ya hacía muchos años y aún no me recuperaba.
Cuando regresé al piso, Catia O´neill ya estaba ahí, entré y había puesto veladoras por todo el piso, estaba ahí, con medias y un corpiño negro ajustado --- quería darte una sopresa! --- Se acercó y se repitió el sexo espontáneo y salvaje que teníamos. Mientras estaba arriba de ella, con sus piernas sobre mi pecho, pensaba preguntarle por su esposo el ingeniero. Había cogido con él? Lo hacía de la misma manera? Con quien lo disfrutaba más?... pero decidí no hacerlo...me había convertido otra vez en el amante, que ganaba con recriminarle?, ganaba más como estábamos, nos llevábamos de lo mejor, el sexo era excelente y no había ningún compromiso, tenía sus momentos explosivos tras un ataque de celos o algún pretexto tonto y sin importancia, pero eso mantenía a flote y con vida nuestra relación y si no lo hacía mas interesante, la hacían diferente.
Catia O´neill estaba en mi piso, había terminado una vez más conmigo, no sé cuantas veces lo había hecho, ya había perdido la cuenta, pensé que esta vez era la definitiva puesto que ya iban dos meses que no sabía de ella --- pensé mal?... pensé que ya te habías ido... hasta te llevaste tus cosas – aquí estoy no? – y? – y nada... quieres que me vaya? --- sentía algo por ella, me seguía gustando, quería que se fuera?... por supuesto que no --- no, no quiero que te vayas – entonces hazme lo que me gusta que me hagas – lo que te gusta que te haga? --- Catia O´neill se acercó y empezamos a fajar desesperadamente, tomó mi cabeza con sus manos y me empezó a llevar lentamente hasta esa entrada de placer. Catia O´neill se había quitado mi pijama que le había prestado, yo también, estábamos desnudos, saboreaba su cuerpo, cada centímetro, degustaría una vez más sus mieles, no desaprovecharía el momento.
Hasta la fecha Catia O´neill sigue viviendo conmigo cuando no está en un curso o tiene que visitar a su familia en Bournemouth, una vez más me he convertido en el tercero, procuraré esta vez no enamorarme, no tener otra uruguayez clavada en mi corazón, bueno, lo que quedó de él, porque fue destrozado, porqué cambiar las cosas cuando están tan bien? No sé quién le ve la cara a quién, si ella por mentirme o yo por no decirle que sé toda la verdad.
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