Salí de la Gruta dirigiéndome a la troca. Quería llegar al palacio ya, Morfeo me ganaba, además de que andaba muy pedo. Esta vez dejé la troca afuera de Kokalas, normalmente siempre la estacionaba afuera del antro, pero es que como estaba con Alana... en fin, ella solo estuvo un rato y después se fue.
Además de los soldados que hacían los rondines, también había gente que se dirigía a sus hogares. El alcohol me hace demasiado amigable y justo antes de llegar a mi vehículo motorizado ví una tentación. La había visto un par de veces, pero siempre iba con su wei. Chabu me dijo que no me metiera ahí, en primera porque era conocida de su suegra y en segunda porque el esposo era un gendarme. Betito siempre me recordaba que las balas eran de a sol, pero para los milucos y gendarmes eran gratis.
--- Hola... porqué tan sola a estas horas de la mañana? – cuál mañana si es de noche?... tu eres el mexicano no pe?... el amigo de la señora Chabuca – el mismo... me llamo Pantaleón... encantado de conocerte – si sé como te llamas pe... tienes famita – espero que sea de la buena – no pe... todo lo contrario... vienes de La Gruta? – así es y tú? – estuve un rato ahí pero al final me fui al Stylos... tu casi no vas ahí no? – no... es que ahí no conozco a nadie... en cambio en la Gruta soy casi casi miembro honorario – ja ja –y que vas a hacer? – irme a mi casa por? – no... que haces mañana?... bueno más bien al rato... cuando salga el sol – a pues no sé – porque no vamos al Velo de la Novia? – cuando? - mañana pues – no, no puedo – entonces quieres que te lleve? – a donde? – a tu casa – no como crees pe... mi esposo está durmiendo ---
El domingo fui a cenar pollo a las brasas en El Rancho y cuando salía la ví de nuevo --- hey... pero si eres tú... – Hola Pantaleón... te estaba buscando – en serio? Y para que soy bueno? – pues estaba pensando en tu propuesta – cuál? Quieres ir al Velo de la Novia?... es un poco tarde no? --- ella solo sonrió --- conoces Jirón General Velasco? – mmm no estoy seguro – es allá arriba pe – no conozco pero porqué la pregunta? – mira vivo en el número ocho y voy a dejar la puerta abierta en las noches...tres veces a la semana cuando mi esposo no esté...Lunes, Miércoles y Viernes... y ya me tengo que ir pe--- Se despidió de un beso en la mejilla y se alejó caminando. Me había dejado sin palabras.
Se llamaba Leopoldina, cumpliría los veinte en navidad, era delgada y de piel canela. Siempre usaba vestidos que se veían que eran muy ligeros. El primer asalto fue una locura en su cama. Su esposo era enorme, parecía un gigante pero tenía la voz muy suave, como la de una niña. Era originario de Puno y había estado en el ejército, tenía mala reputación de haber matado a varios terrucos aprovechándose de su posición allá en la sierra. Ahora trabajaba de gendarme para la refinería que se encontraba en Pucallpa. Su casa era muy pequeña, un pequeño cuarto que estaba dividido por un cartón que estaba lleno de fotos familiares, de un lado era la recamara y del otro era la cocina y sala. Tenían una puerta que daba a la calle pero también otra puerta trasera que daba justamente al cementerio del pueblo. Para llegar ahí tenía que hacerlo a pie, su casa se encontraba en el monte, a las afueras del pueblo, y la troca simplemente no cabía, además de que no quería que me vieran ahí y le dijeran a su esposo. Chabuca me comentó que los vecinos se quejaban de sus gemidos nocturnos porque molestaban a los santos muertos del cementerio, pero estoy seguro que las almas han de haber disfrutado del espectáculo desde el más allá.
Nos veíamos cada segundo día cuando el marido no estaba. Dejaba la troca en casa de Willy y Chabuca para no levantar sospechas y me iba caminando. Le tuve que contar a Chabu que siempre me respondía con “ay no sabía que fuera tan puta la condenada” o con un “ojalá y en mi otra vida sea hombre como usted para que pueda hacer lo mismo”.
A la quinta semana me tuve que escapar del cuarto a las cinco de la mañana porque habíamos confundido la fecha y el gendarme podría llegar en cualquier momento --- Panta... Pantita... despiértate... que mi marido llega hoy pe ... y ya no tarda --- Cuando dijo eso, sentí un escalosfríos en mi espalda que me despertó inmediatamente. Me vestí y salí corriendo por la puerta trasera. Corrí y unos perros ladraron. La niebla cubría al pueblo, y aún no amanecía. Para llegar a la casa de Leopoldina había que cruzar un pequeño puente de madera podrida que crujía cuando se pisaba. Ahí entre la neblina y las penumbras ví una forma enorme que se dirigía hacía mi y que no reconocí cuando pasó a mi lado. Era el mismo gendarme en persona que me hubiera encontrado en su cama desnudo al lado de su esposa si me hubiera tardado cinco minutos más.
--- Buenos días blanquito --- Me dijo con un tono muy cordial --- Buenos días Sargento --- El gendarme se me quedó viendo raro. --- tu no eres de aquí no? ... mexicano según he escuchado – así es...- tienes lumbre? --- Saqué de mi bolsillo mi encendedor y le ofrecí fuego sin decir nada al Gendarme --- oye... y como sabes que soy sargento pe? – ah! pues de la misma manera que usted sabe que soy mexicano... un pueblo muy chiquito no? – mmm --- El gendarme solo asintió con su cabeza mientras le daba el primer toque a su cigarro --- Oye... no te vayas a molestar por lo que te voy a decir... pero apestas a puta... tienes un olor muy fuerte a puta eh! --- No dije nada, solo traté de sonreír, podía ver la pistola del Gendarme que la traía puesta en su cinturón --- Debes de tener cuidado blanquito... no te vayan a pegar algo pe... bueno me voy a dormir... un gusto – igualmente sargento --- Caminaba lentamente y no era porque quisiera, si no más bien porque no podía caminar rápido, ni mucho menos correr, me estaban temblando las piernas. No me aparecí en el pueblo al menos por un par de días y no volví a regresar a la casa de Leopoldina.
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1 comment:
me encanta tu lenguaje florido... ke pena no poder leerte mas seguido.. Besos
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