Wednesday, September 03, 2008

No que no?

Me costaba mucho trabajo despertarme. Y es que la noche anterior había estado con Alana como hasta las doce y luego me fui a La Gruta a chupar Pilsens y echarme un taco de ojo con Gina. Salí como hasta las tres. Ya no había luz en el pueblo y los soldados hacían los rondines. Llovía, pero siempre llovía, no hacia frío al contrario. Calorcito con mucha humedad, pareciera como si estuvieramos en la playa, pero para llegar a la costa habían que cruzar los Andes. Manejé de nuevo hacia el palacio, era raro ver a los milicos con sus gabardinas, sus cascos y sus rifles y metralletas. Todos empapados. Vigilaban porque la guerrilla aún estaba activa, muchos años atrás Sendero había controlado la zona. Nunca me paraban para pedirme mis papeles, ni en los retenes de la carretera, había dos en dirección a Pucallpa, normalmente Manuel era el encargado de hablar y listo. Los demás vehículos eran detenidos y a todos los que iban dentro los formaban y les revisaban sus papeles.

Pasé por Kokalas, donde vivía Alana, justo enfrente de la Plaza de Armas. Estaba cerrado. Salí del pueblo subiendo por la calle principal que estaba en una colina, justo atrasito de esa calle vivía Chabuca. Después pasé enfrente del puesto de la marina y la entrada al cuartel. Saludé a los milicos, siempre eran diferentes y ahora a cruzar el puente. Aceleraba a todo, el puente era colgante y se movía y cuando le aceleraba como que la troca a veces quería brincar, eso sí ponía las luces altas, porque luego había paisanos caminando a esas horas y era difícil verlos. No me quería cargar a alguno. Llegué al otro lado y pasaría por la gasolinería donde me vendieron agua en lugar de combustible, el campo de piñas de Leandro que siempre me chingaba con que le pagara diez soles porque me había presentado a una prima y después esa curva donde me contaba Chabu que habían matado mucha gente: civiles, terrucos y milicos y que me cagaba de miedo pasar por ahí de noche. Llegaba a la entrada del Palacio y de la nada salían dos wachimanes, yo creo se escondían en la maleza, salían con sus antorchas, sus gabardinas y sus rifles --- Buenas joven Panta – buenas, como están? a usted no lo había visto... se fué de vacaciones? – si pe, fui a visitar a unos parientes a Puerto Maldonado– a qué es de allá? – si pe – se fué en avión me imagino ¡ - no pe, en bote, es muy caro el avión pe – a que caray – viene solo joven? – que pasooó? hasta la pregunta ofende! – es que tenemos instrucciones de Don Gonzalo pe, que a su esposa no le gusta que usted meta señoritas! pe! – no le gusta porque se pone celosa – jaja – jaja- jaja – pero no traigo a nadie... mire – no hay problema, le creo, pásele pe – bueno – que pase buena noche – igualmente pe --- Entraba al palacio, el camino era aún de terracería pero mucho mejor que el de la carretera, ahora bajaba otra colina, todo se veía tranquilo, las luces de los campamentos apagadas, miraba la casa de la Loca, pinche vieja, como no me la tiraba ahora se daba baños de pureza que porque llevaba mujeres. Pasé por el siguiente puesto de vigilancia, saludé a los wachimanes y me estacioné. El oso que estaba encadenado, empieza a ladrar y hacer su desmadre --- cállate oso baboso --- el oso ladraba, me cagaba un poco que el tío Lolo lo dejara encadenado y que le diera de comer papas y yucas --- como estás oso?, tienes hambre?.. ya duérmete! --- Me metía y el oso se echaba de nuevo afuera, entraba a la cocina y me tomaba un vaso de agua, el tío Lolo y la tía Lolita dormían, no quería hacer ruido. Me fui a mi cuarto y me metí a la cama, en un par de horas me levantaría de nuevo, tendría que pasar por Manuel, el chofer, me llevaría a Pucallpa, había quedado de pasar por el a las cinco y media de la mañana. Siempre le gustaba salir temprano, como el camino era tan malo, le gustaba ser precavido en caso de encontrar algún accidente, algún derrumbe o que los bandidos o los terrucos hicieran de las suyas. El decía que los bandidos eran muy huevones para levantarse temprano y era más seguro viajar bien temprano.

Dormí, pero sentí que luego luego me desperté, me dolía la cabeza, me sentía mareado y tenía sueño, creo que aún estaba pedo, eruptaba alcohol, el ruido del reloj despertador era ensordecedor. No me bañé, me dió hueva. Salí, el oso de nuevo empezó a echar desmadre, el pobre creía que me lo iba a llevar, a veces cuando acababa de comer me iba con Chabu al pueblo a comer un helado o por una gaseosa o a ver a Alana y casi siempre me llevaba al oso --- no oso, tu quédate! al rato te veo oso baboso! --- Arranqué la troca de nuevo y a pasar por los dos puestos de vigilancia para dirigirme al pueblo. Seguía lloviendo, pero sin frío. Ni encendía la radio, sólo se escuchaba una estación, radio Panamericana, música de la selva, en esos días la tecnocumbia estaba de moda, ya llegando a Pucallpa se escuchaban más estaciones. Otra vez a salir del campamento, subir la colina, salir a la carretera, pasar la curva de los muertos, el campo de piñas de Leandro que siempre me chingaba con los diez soles por la prima que me presentó, la gasolinería, el puente, el cuartel, el puesto de la marina. El río se veía crecidísimo, ya no había playa. Tenía un color chocolatoso. Recuerdo que una vez Chabuca me contó que el pueblo se inundó, se había desbordado el río y los milicos de la marina tuvieron que sacar a todos en bote. Llego al pueblo de nuevo y voy a la casa de Manuel, estaba a unos tres jirones detrás de la Plaza de Armas. Llegué y su mujer estaba afuera. --- Hola Panta – Hola Graciela como estás? – pos aquí pe! Ya levantada, los bebés ya tienen hambre! Ya se van? – si, onta Manuel? – Manueeeeel!, Manueeeeeeel ¡!! – quéeee peee! – Ya está aquí Panta! – ya llegó?? ... Hola Panta... que pasó? Pensé que ibaj a pasar temprano peeee! – creeme que hice lo imposible por levantarme – puej vámonoj entoncej pe --- Me bajé, me despedí de Graciela y me subí pero del lado del copiloto. Manuel manejaría hasta Pucallpa. Era muy bueno. Normalmente el trayecto en una troca 4 x 4 se hacía en tres horas, el record de Manuel eran dos horas exactamente, el wei creía que estaba en una pista de Fórmula tres o algo así. De hecho la vez que hizo el trayecto en dos horas, fue gracias a mí, en esa ocasión se me había ocurrido comer ceviche, Manuel también comió, pero por alguna razón rara del destino, sólo me dio una diarrea fulminante a mí, y hasta sudaba, chingaba a Manuel con que se apurara, no quería cagar en ese momento en la selva... entre los matorrales y árboles e insectos... aunque en otra ocasión tuve que hacerlo. Una vez quise superar su record, pero solo me acerqué, dos horas y diez minutos, no podía hacerlo más rápido, recuerdo que en esa ocasión casi me doy en la madre.

Nunca era aburrido salir con Manuel, siempre era muy ameno, tenía mil cosas para platicar, no hacía falta la radio. Manuel había trabajado como vendedor en los años 80´s y había recorrido todo el país por carretera, justo en la época que los terrucos controlaban gran parte del país. Tenía una voz que te hacía creer lo que decía, me imagino que habrá sido buen vendedor. El viaje iba sin problemas hasta llegar casi a San Alejandro. Había muchos trailers y coches parados. Manuel se bajó y se fue a donde estaba la bola de gente. Yo me quedé en la troca. Manuel regresó --- parece que hay un problemita – que pasó? – puej hay un derrumbe de un lado de la carretera y del otro hay un camión de carga atajcado... están esperando una grúa... pero no se sabe a que hora llegara – y ora? nos regresamos? – mmm no, no, tengo una idea – que vas a hacer? --- Manuel, se puso a hacer algo en las llantas de la troca, creo quitaba unos seguros para poder usar el 4 x 4, me bajé de la troca, estaba todo lodoso, había mucha gente, era un desmadre, algunos otros coches estaban también atascados --- que vas a hacer? – puej vamoj a tratar de pasar por ahí --- Manuel señaló con su mano, un pedacito que quedaba libre del lado izquierdo, pero era como un barranco, tendría que bajar por ahí y luego tratar de subir --- no como crees! nos vamos a voltear – voy a tratar pe o te quierej quedar aquí todo el día? ya no noj podemoj regresar, mira hay cochej atraj de nosotroj y están atajcadoj --- Ya había otros coches y camiones detrás de nosotros, prácticamente era imposible que un trailer se pudiera dar vuelta en esa carretera, era muy angosta, en ese tramo de un lado había monte y del otro lado barranco. --- Crees que podamos pasar por ahí? – puej ejpero, que si no ademáj de la grúa tendrán que llamar a una ambulancia... si quierej yo paso y despuéj te subej pe – no... está bien, confío en ti, nadamás no nos vayas a partir la madre --- Nos subimos a la troca, me puse el cincho, siempre lo hacía, Manuel también se lo puso ésta vez, el nunca lo hacía, me miró, sacó un cigarrillo y lo encendió --- quierej uno Panta? – no.. anda... si lo vamos a hacer ya pícale --- Manuel aceleró, el motor de la troca rugió, la gente que estaba ahí nos miraba, le acelera y la troca se ladea, sale lodo volando, Manuel tiene su cigarro en la boca, sus manos en el volante, yo agarrado del asiento. La troca a todo lo que da, no se podía controlar muy bien, baja una parte del barranco y vamos de lado, hay matorrales, estamos entre la yerba, lodo y plantas en el aire. Manuel jugando con el volante, yo pensando en cuanto tardaría una ambulancia en recoger mi cuerpo y llevarme al hospital más cercano que seguro estaría en Pucallpa. La camioneta va inclinada y ahora tratamos se subir, nos ladeamos, la troca ahora como que se va para atrás, Manuel le acelera, la camioneta brinca, y se va para atrás de nuevo, pienso que fue una mala idea haberme subido, pero Manuel le acelera juega con la palanquita del 4 x 4 y con el volante y volvemos a subir a la pista., del otro lado donde estaba en deslave y el camión atascado. Empezamos a reír --- Pensé que nos íbamos a matar – te dije Panta... no hay que preocuparse, te preocupaj mucho Panta pe ---

Ahora algunas personas se subían a sus coches, iban a tratar de hacer lo mismo, Manuel veía por el espejo --- esoj no van a poder hacerlo, necesitan una camioneta como éjta --- Seguimos nuestro trayecto, pasamos por San Alejandro y el primer retén militar, que era la mitad del viaje, no había nada ahí, era un caserío grande, y había otro cuartelito. ---oye antes de llegar a Pucallpa paras donde vende los jugos – claro que sí, me dio mucha sed pasar por ese barranco Panta pe ---

Continuamos el viaje, era de bajada, estábamos en plena selva alta, verde y más verde, barrancos, cañadas, montes, cascadas, ríos, lluvia, insectos por todos lados, mis nalgas me dolían, a pesar de estar en la troca era un viaje muy pesado de hacer. El paisaje cambiaba casi llegando a Pucallpa, la selva alta desaparecía y se veía todo plano, selva pero plana, no había ya monte, lo más alto que había eran palmeras, ahora algunos campos estaban sembrados, normalmente de palmito --- ya desayunajte Panta? – me tomé un vaso de jugo – te importa si desayuno? tengo hambre pe – claro que no, no hay problema – mira vamoj a parar en un lugar donde venden el mejor caldo de gallina del mundo – arggg vas a comer caldo de gallina a esta hora en la mañana? – claro pe! que tiene? – wacala, que pinche asco... yo nadamás te acompaño, no estoy acostumbrado a comer fuerte en las mañanas – puej deberíaj entoncej pe, el desayuno ej donde debej de comer maj pe... ejpero que aún haya... porque se llena – pero quien compra caldo de gallina a ésta hora? – como que quién pe? Los camioneroj pe ... trabajan todo el día y mucha veces ej su única comida... cuando trabajaba vendiendo, manejaba por todo el Perú pe y era una suerte encontrar un lugar asi pe ---

Manuel continuó manejando y paró al lado de una pequeña casa de madera, casi en ruinas --- ahhh tengo mucha hambre, seguro que no quierej pe? ... porque matan como doj gallinaj y a vecej ya no quedan presaj pe --- Ví donde paramos, una pinche casa en medio de la nada, calléndose, seguro sin agua corriente, con moscas, unas mesas afuera y otras adentro, lleno el lugar, me dio asco, se veía todo sucio --- no, estoy bien gracias, nadamás pido un refresco y ya – los refrescoj máj adelante Panta – digo, una gaseosa, pídeme una gaseosa, una inka-kola ---

Nos sentamos en una mesa, con otros comensales, nos dijimos los buenos días, una señora salió --- que les servimos – para mi un caldo...que presa tiene? – ya nadamás me quedan las menudencias y muslo – a mi me dá laj menudenciaj – al joven? – no el no quiere, para él una inka-kola y a mí una San Juan --- Amanecía, ya no llovía, se sentía más calor, en Pucallpa las temperaturas eran más altas que en el pueblo. El lugar estaba lleno de viajeros, no había ningún anuncio que dijera que estábamos en algún restaurante. Me paré al baño, bueno a la letrina que quedaba detrás de la casa, me dieron ganas de vomitar, apestaba a mierda. Regreso y me siento. Le traen a Manuel un platazo enorme de caldo, con fideos, arroz, un huevo cocido, papas y yucas. Olía muy rico, luego traen una cuchara para Manuel, su cerveza y mi refresco. Manuel lo empieza a comer. Se me antojó --- oye y eso es fresco? – claro pe... matan a laj gallinaj el mijmo día, hajta loj huevoj son frejcoj --- Manuel voltea a ver a los comenzales de al lado --- ej que no ej de aquí, ej de México... verdad weiiiiiiii --- los otros comenzales ríen y nos miramos y sonreímos --- oye crees que tengan aún más? – menudenciaj ya no tienen pe ... nadamáj le quedan el muslo pe .... por? .... lo quierej? – yo creo que sí – te dije... a ver señora, venga tantito – dígame – todavía le queda la otra presa – si el muslo – cuántaj gallinaj mataron? – tres – ya vej Panta... traigale la otra presa aquí a mi amigo Panta, que viene directamente de México, a probar su caldo, que le dijeron que ej muy bueno --- La señora sonrió, al igual que los otros comenzales, la señora viene con un platazo enorme humeante, olía riquísimo, tambien tenía arroz, fideos, yuca, papa y un huevo, además de un muslo. Lo probé y era divino, el mejor caldo de gallina que había probado --- y? – está riquísimo – te dije Panta pe! Lo que te ejtabaj perdiendo peeee ¡ --- Después de ese día, cada vez que iba a Pucallpa paraba en el mismo lugar para deleitarme un caldo de gallina, a Chabuca le pedí que me lo hiciera en casa también, y en el pueblo encontré otro lugar donde lo vendían también en las mañanas al lado del puerto.

Salimos, Manuel con un palillo en la boca y estirándose, mostrando toda la panza. Ahora encendía un cigarrillo --- te gujtó Panta? – excelente Manuel, lo mejor que he probado – ahora vamoj por un juguito te parece? – me parece perfecto, yo quiero una de maracuyá --- Manuel arrancó la troca, seguimos nuestro camino.

2 comments:

Anonymous said...

Ficción o realidad???

Si es realidad.. vayaa que has vivido muchooo!

Saludos Pantaaa!
Auris.

Pantaleon said...

Auris,
Realidad o ficción?
Usted decida
saludos